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Cosas Útiles

Regalo 3: Cosas inútiles

Se que soy demasiado perezosa para ser constante, lo admito; pero también se que adquirí un compromiso al darte este regalo. El problema es que constantemente pienso en cosas para regalarte, “cosas útiles”, que yo misma no tengo. Todos los días me saturo de información y aparentemente no me sirve de nada, que es eso realmente importante, como le diría Seymour a Buddy cuando leyó sus poemas: “no estás dando tu tesoro”; yo siento que es un ejercicio de egos, más que de virtud, pienso que no tiene el desinterés de un regalo sino la mano inescrupulosa del amor propio, no estoy dando mi tesoro. Es difícil dar algo que no se sabe para que sirve, igual el esfuerzo mental es interesante. ¿Qué tengo yo para ofrecerte?, pues a lo mejor nada, pero creo que somos muy tercos para admitirlo, pues ambos sacamos ventaja de esta situación. Te has convertido en ese futuro hijo (que tal vez nunca tenga, por lo menos no con mon cherie), a quien tengo que enseñarle el mundo, se que exagero en esto pero es la misma situación, pues se cree que es fácil y divertido y resulta que uno no sabe que mostrarle a esos ojos ávidos de conocimiento.
Hace tiempo que no nos vemos y creo que tenemos un recuerdo mucho más interesante uno del otro de lo que verdaderamente somos, yo he descubierto lo aburrida que soy, antes era muy joven para admitirlo, ahora soy muy vieja para cambiarlo, el entusiasmo juvenil pudo hacernos ver más encantadores, la verdad para eso es la juventud: sufrir mucho y vernos maravillosos.
Hoy estoy algo nostálgica (¿y aburrida?), me hacen falta muchas cosas que ahora no tengo, siento literalmente un hueco en el estomago, sudo, tengo náuseas de pensar en la incapacidad de ser feliz, de volverme feliz, hacerme feliz. Aunque tal vez la felicidad sea un concepto tan complicado que sea un estado indefinible y por lo tanto inalcanzable. Demócrito la asociaba con el placer, Platón con la virtud, Hegugesias negó la posibilidad de la felicidad por el hecho de que los placeres son muy raros y efímeros; eso es cierto mis placeres propios son muy raros y efímeros y no bastan para hacer una vida feliz. ¿Por qué no me regalas algo y me sacas del aburrimiento? Recuerdo ese poema que le escribió Humbert Humbert a su Dolly: “Se busca Dolores Haze…” Me siento igual de desesperada que él por la pérdida de su nínfula. Yo soy como H. H. con su amor patológico e insaciable, intentando tenerla por la fuerza y lo único que logra es alejarla, como en las leyendas de las credenciales “Si amas algo déjalo libre…”. Oh, que patético. Este es el peor regalo que tal vez recibas de alguien, una queja generalizada contra el mundo, pero es lo que hay…

8 comentarios

ban bin -

la verdad, de cuando en cuando caigo en una especie de coma mental de pronóstico reservado. pero no. todavía conservo la movilidad de mi cuerpo. no digito con la lengua. escribo con la rabia de saberme vivo, de querer vivir así y no y de mil maneras al mismo tiempo, con la rabia de no poder hacerlo muy frecuentemente, con la rabia de querer enfrentar la existencia, a pesar de todo.

Ada la asombrada -

La verdad es que pense que te habías accidentado y estabas en coma profundo. Parece que no fue así o tal vez si... ¿estás ahora inmovilizado del cuello para abajo? ¿estás digitando con tu lengua?.

veen, de nuevo -

anoche tuve que levantarme a escribir una de esas tontas frase que no me dejan dormir: "...la felicidad está esperándonos a la vuelta de la esquina de una calle que no conocemos". ¿qué tontería es esa? ¿no es hora de estar pensando ya en otra cosa? hora de dejar de reunir palabras que no servirán de nada, que no servirán a nadie, que nunca salvarán el mundo, ni me harán más inteligente, ni parecerlo siquiera, ni para hacerse más viejo, ni para percibirnos como antes. el tiempo y la memoria nos moldean a su antojo. juguetean con los recuerdos. se que estoy inconexo. trato de recordarla, ada, de traer un rostro, una sonrisa, unas delgadas manos a la memoria. (me-moría, ¿recuerdas?).

v -

sí, hace mucho que no nos vemos. y quizá nunca lo volvamos a hacer. quizá sea mejor. quizá sea lo que los dos deseamos. ¿que habríamos de decirnos?. creo que pasaríamos de largo. ni un sólo ademán que denote reconocimiento.

quizá todo sea una mentira, un juego de mi imaginación. quizá todo no sea más que una mierda. ¿quién, en estos tiempos, dio algo desinteresadamente? quizá algún día puedas enseñarme tu tesoro. quizá algún día puedas obsequiarlo. quizá algún día puedas así nomás.

yo mismo no sé si estoy dando mi tesoro. supongo que aquí también está metida la mano del amor propio y del desdén diario. además, creo no tener muy claro cuál es mi verdadero tesoro, sólo atino a decir lo que mismo que la canción: "...lo que ves es lo que hay".

algunas veces me asombra la lucidez a la puedes llegar, ada. a veces me disgusta esa lucidez, esa desnudez de palabras. hoy quisiera mirarla con mis ojos de hace seis años.

el regalo..., bueno... te regalo, ada, una canción triste, te regalo unas palabras que coreo en medio de la oscuridad, te regalo una spalabras que nunca sabrás. (¡¡¡y vos hablando de regalos inútiles!!!)

a veces no sé quién cuida de quién.

mr. veen -

seguro, no es nada personal, ada. sólo decidí perderme en el tortuoso día a día. dejarme. largarme a ninguan parte, a meterme en la idea de una vida normal. es sólo la tristeza de leer una y otra vez su mensaje. son sólo las ganas de olvidarme de esta absurda búsqueda del sentido de la belleza a cada instante, en cada rincón, en cada vuelta de hoja de un libro, en los gestos de la mijer que camina bajo la lluvia. es sólo una retirada de reconocimiento, de soberano reconocimiento, de absoluto reconocimiento de la veracidad de sus palabras, ada.

mr. veen -

no es nada personal, ada.

Ada -

Espero que esto no sea una especie de venganza por mi evidente demora.

Ada -

Tampoco era para tanto...