Se que soy demasiado perezosa para ser constante, lo admito; pero también se que adquirí un compromiso al darte este regalo. El problema es que constantemente pienso en cosas para regalarte, cosas útiles, que yo misma no tengo. Todos los días me saturo de información y aparentemente no me sirve de nada, que es eso realmente importante, como le diría Seymour a Buddy cuando leyó sus poemas: no estás dando tu tesoro; yo siento que es un ejercicio de egos, más que de virtud, pienso que no tiene el desinterés de un regalo sino la mano inescrupulosa del amor propio, no estoy dando mi tesoro. Es difícil dar algo que no se sabe para que sirve, igual el esfuerzo mental es interesante. ¿Qué tengo yo para ofrecerte?, pues a lo mejor nada, pero creo que somos muy tercos para admitirlo, pues ambos sacamos ventaja de esta situación. Te has convertido en ese futuro hijo (que tal vez nunca tenga, por lo menos no con mon cherie), a quien tengo que enseñarle el mundo, se que exagero en esto pero es la misma situación, pues se cree que es fácil y divertido y resulta que uno no sabe que mostrarle a esos ojos ávidos de conocimiento.
Hace tiempo que no nos vemos y creo que tenemos un recuerdo mucho más interesante uno del otro de lo que verdaderamente somos, yo he descubierto lo aburrida que soy, antes era muy joven para admitirlo, ahora soy muy vieja para cambiarlo, el entusiasmo juvenil pudo hacernos ver más encantadores, la verdad para eso es la juventud: sufrir mucho y vernos maravillosos.
Hoy estoy algo nostálgica (¿y aburrida?), me hacen falta muchas cosas que ahora no tengo, siento literalmente un hueco en el estomago, sudo, tengo náuseas de pensar en la incapacidad de ser feliz, de volverme feliz, hacerme feliz. Aunque tal vez la felicidad sea un concepto tan complicado que sea un estado indefinible y por lo tanto inalcanzable. Demócrito la asociaba con el placer, Platón con la virtud, Hegugesias negó la posibilidad de la felicidad por el hecho de que los placeres son muy raros y efímeros; eso es cierto mis placeres propios son muy raros y efímeros y no bastan para hacer una vida feliz. ¿Por qué no me regalas algo y me sacas del aburrimiento? Recuerdo ese poema que le escribió Humbert Humbert a su Dolly: Se busca Dolores Haze
Me siento igual de desesperada que él por la pérdida de su nínfula. Yo soy como H. H. con su amor patológico e insaciable, intentando tenerla por la fuerza y lo único que logra es alejarla, como en las leyendas de las credenciales Si amas algo déjalo libre
. Oh, que patético. Este es el peor regalo que tal vez recibas de alguien, una queja generalizada contra el mundo, pero es lo que hay